Lo siento, sólo tengo estos claveles
Vamos a transportarnos a Lisboa, concretamente al 25 de Abril de 1974.Celeste Caeiro anda,cargada de claveles rojos y blancos,por el Largo do Carmo. Pese al cansancio, va al encuentro de unas palabras: las que ha pronunciado su jefe al cerrar la puerta del restaurante donde trabaja. “Hoy no se abre. Hay una revolución”.
"Vete para casa, Celeste", le dicen en el restaurante. Pero no tiene la menor intención de hacerlo. Hija de los nadie, madre soltera a la que todo el mundo señala, rebelde...quiere ver lo que está ocurriendo en las calles.
Se acuerda de la visita que hizo al mercado ayer por orden del patrón. Hoy tenían boda y, como era costumbre, no podían faltar las flores. Ahora se amontonan en el almacén.Siente pena y antes de salir coge las que puede. "No es cuestión de dejarlas aquí -piensa-, sin darles un rincón en casa al menos"
Aprieta el paso. Comienza a ver tanques en la entrada de la Plaza del Rossio. Más tanques.Soldados. Gente mezclada -civiles y militares- gritando "O povo unido jamais será vencido!!!". Abrazos. Risas. Puños en alto.
"Eh!!! Eh!!! Chica!!! La de las flores!!! ¿Tienes un cigarro?"
La voz le saca de su estupefacción. Está pasando. Alguien, en algún sitio, ha decidido que la dictadura tiene que acabar. Ella, de pie en un lado de la plaza, con los brazos llenos de claveles y con cara de circunstancia no puede hacer otra cosa salvo observar.
Hasta que alguien le grita pidiéndole un cigarrillo.
Es un soldado, que desde uno de los tanques sigue diciendo:
"Chica, vamos al cuartel do Carmo, ha sido una noche larga y me muero por un cigarro.."
"Lo siento de verdad, míra como estoy. Lo único que tengo son claveles. Toma uno si quieres"
Entonces,el soldado baja del tanque y agarra uno. Bien rojo. Sin dudar, lo coloca en su fusil. De repente,Celeste se ve rodeada de soldados pidiéndole claveles e imitando al compañero.
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