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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Tampoco importa qué día era.

Tampoco importa que día era. Quizás se trataba de uno de esos días en los que te da por observar a toda aquella persona con la que te cruzas, en lugar de ir con el automático puesto sin apenas percatarte de tu entorno. Es entonces cuando observas, cuando aprendes a distinguir señales sutiles que quizás no duran más del microsegundo en el que haces contacto visual con alguien. Fue entonces cuando te diste cuenta. Sólo parecían existir dos tipos de personas: las que se habían rendido y las que no. Ninguna se convirtió en ese momento por arte de magia en algo mejor o peor, sólo era cuestión de quien había tirado antes la toalla y de quién aguantaba, con el cuerpo ensangrentado y lleno de golpes, a que sonara la campana para verificar que seguía en pie.  Tras las máscaras, sólo quedaban los ojos.  Y los ojos, como suele decirse, nunca mienten.