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Mostrando entradas de enero, 2021

Malos tiempos para la lírica

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Quizás el título de esta entrada se haya convertido en un lugar común por derecho propio. Sólo hace falta googlearla para no sólo encontrarse con un Germán Coppini repitiendo machaconamente la frase del poema de Bertolt Brecht con esa angustia existencial a lo Joy Division, sino también con decenas de artículos periodísticos con este encabezado. Todos hablan, en mayor o menor medida del mismo tema: el paraíso perdido de lo que fue, la patria de los recuerdos idealizados, el pasado imperfecto que hacemos perfecto en nuestra mente para esconderlo de una realidad donde la lírica está denostada.  Quizás son malos tiempos para la lírica en un mundo que parece encontrarse al borde de un precipicio donde no sabemos si saldremos mejores, peores o al menos vivos.  Quizás en ese precipicio el azul del mar inunde nuestros ojos, el aroma de las flores nos envuelva, contra las rocas se estrellen nuestros enojos y así toda la esperanza se nos devuelva. 

Saudade

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 Cuando naces y creces en la frontera entre dos países aprendes a vivir con el corazón partido en dos, normalizando el hecho de saltar de un lado a otro de la misma, como si fueras al barrio de al lado. Cuando naces y creces en Badajoz le añades la extraña circunstancia de tener la capital del vecino a un tiro de piedra, la cual se convierte en la protagonista de muchas primeras experiencias vitales. Entonces llega el momento en el que pierdes la cuenta de las veces que la has visitado y comienzas a interiorizarla como algo usual en tu existencia. En ese instante comienzas a sentirte realmente a gusto en sus calles, a entenderla de verdad, a descubrir ese tipo de cosas que sólo una ciudad te ofrece con el paso del tiempo. El primer recuerdo que tengo de Lisboa es el de un sonido: el de las planchas metálicas del carril izquierdo del puente 25 de Abril, mientras el Seat 124 de mi padre lo cruzaba. Según me cuentan, el pavor que le tenía al pobre puente era tal que-hecha un ovillo-no me