Leviatanes

 Nací en el Materno Infantil, el mismo lugar donde di a luz a mi hijo. Pasé gran parte de mi infancia (semanas, meses) en el Virgen del Rocío de Sevilla, donde volví -20 años después-. Observé durante casi una semana el devenir de Roma desde la ventana del Gemelli. Tuve miedo aquella vez que me quedé sin fuelle y hubo que ir al Juan Ramón Jiménez de Huelva. Escuché la frase "puede que no sobreviva a esta noche" en la UCI del Hospital Universitario de Badajoz, donde he oído muchas cosas -algunas buenas, algunas malas- como seguro casi todos vosotros. 

Están ahí, como leviatanes. En medio de las ciudades. En la periferia. Observándonos. Observando nuestra vida, nuestra muerte. Todo pasa por ellos tarde o temprano, donde el tiempo -ese que es tan relativo- transcurre de otra manera cuando traspasas sus puertas, ya seas paciente, acompañante o trabajador del mismo. 

Y es por eso que les tengo un respeto sano, e incluso cierto cariño. 

Porque, en un mundo de incertezas, muchas veces ellos son la única constante. 




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